Y es que unos cardan la lana y otros crían la fama...
Veía hace unos días un documental que nos enseñaba con un buen gusto digno de alabar (sin sarcasmo), la realidad de los días posteriores al tifón en Filipinas. Nos daban el dato de que el 77% de la riqueza del país se concentra en 40 familias(en un país de más de 92 millones de habitantes, echad cálculos...) éstas, solidarizadas con la desgracia de sus compatriotas, habían donado kilos y kilos de alimentos.
El mismo día a otra hora veía como un grupo televisivo, que ingresó hace dos años 92 millones de euros, donaba para una causa infantil unos 6.000 euros (muchas gracias por su generosidad- ahora si que hay sarcasmo). La donación no llegará ni de lejos al beneficio económico que obtienen por llevar a cabo este gesto, pero ¡ey! somos guays.
Y diréis, ¿y esto a que viene?. Pues viene a que estos "desinteresados" gestos de los que más tienen, que son valorados como un ejemplo de solidaridad y responsabilidad social, en una escala relativa solo podrían ser calificados como insignificantes.
He aquí las contrapartidas:
El trabajo de cientos de voluntarios (dudo que ninguno de alta alcurnia) que clasificaban esos sacos de kilos y kilos de harina y arroz(manjares dignos de los paladares más exquisitos) para su reparto de 8 a.m. a 12 p.m, y esa señora de 90 años, que apenas llegaba a fin de mes con su pensión, y hacía una donación de 5 euros porque le rompía el corazón pensar en aquellos niños.
A éstos últimos, a lo sumo, les darán las gracias. Y probablemente, será en un acto público, a bombo y platillo donde el reconocimiento se convierta en una fuente de publicidad y volverán a sus casas, nuevamente como anónimas personas que nadie parará por la calle y felicitará por haber hecho ese esfuerzo sin pedir nada a cambio.
Que no nos engañen, que pocas veces el rico y la multinacional que donan dinero lo hace de forma gratuita y altruista. Ese dinero es puro marketing e imagen, una inversión en publicidad para que su "marca" tenga más valor y recuperar ese dinero y más. Si de verdad fuera solo por la causa, harían su donación de forma anónima.
Es curioso ver lo sobrevalorado que está dar calderilla y hacerte una foto si eres famoso, en contraste con las personas que ofrecen su esfuerzo (material o no) y su tiempo. Tiempo que jamás van a volver a recuperar.
¿Algún día empezaremos a valorar los actos de ciudadanía como se merecen?